viernes, 25 de marzo de 2011

Los riesgos de un accidente nuclear grave


Un accidente nuclear grave, como el que por culpa del terremoto y el tsunami del 11 de Marzo se está registrando en la central nuclear de Fukushima Daiichi, despierta una obvia y comprensible alarma social. La energía nuclear proporciona la electricidad en las centrales nucleares pero también el inmenso poder aniquilador de los misiles nucleares, las armas de destrucción masiva más potentes que existen actualmente. Esa dualidad de la energía nuclear hace que inevitablemente bastante gente vea a las centrales nucleares como instalaciones parecidas a una bomba atómica. En este artículo explico qué cosas pueden ocurrir en un accidente grave de una central nuclear y qué cosas es imposible que sucedan.

Explosión en el reactor central de Fukushima
Concepto básico de una central nuclear

El elemento principal de una central nuclear es el reactor. Puede haber uno o varios en la misma central. A grandes rasgos, lo que se hace en un reactor nuclear es someter un elemento radiactivo a unas condiciones en las que se le hace calentar un fluido (por ejemplo, agua) de tal modo que se genere vapor, y éste pueda accionar una turbina. En este proceso, lo que se hace es utilizar el calor para producir energía mecánica y usar ésta para generar electricidad. En ese sentido, un reactor nuclear no es muy diferente a una caldera de combustión química donde se haga arder carbón, gas natural u otro combustible para accionar un motor a vapor que a su vez alimente a una dinamo.

Los elementos radiactivos presentes en la naturaleza, de los cuales el uranio es uno de los más abundantes, tienen la peculiaridad de que experimentan un proceso paulatino de desintegración nuclear, que les lleva, con el paso del tiempo, a convertirse en otro elemento; por ejemplo, el uranio se acaba convirtiendo en plomo. En otras palabras, los núcleos de sus átomos se aligeran al perder protones y neutrones. Este fenómeno libera energía. Lo mismo sucede con los elementos radiactivos creados artificialmente, aunque estos suelen ser mucho más inestables y difíciles de obtener. Algunos de ellos se generan como subproducto del funcionamiento de reactores nucleares. 

El número de protones es lo que en un átomo determina su identidad como elemento. El número de neutrones determina a qué variedad isotópica pertenece. Algunas de estas variedades son inestables, y por tanto radiactivas, y pueden ser el resultado de procesos naturales o del funcionamiento de reactores nucleares.

A este proceso de aligeramiento o fraccionamiento del átomo se llama fisión nuclear.

Gráfico animado: La energía nuclear >>



Una central nuclear no puede estallar como una bomba atómica

Las condiciones a las que en una central nuclear un elemento radiactivo es sometido para aprovechar su energía derivada de la fisión nuclear son muy distintas de las necesarias para generar una explosión nuclear. Es imposible, por tanto, que un reactor nuclear genere una explosión de esa clase. En otros aspectos, un reactor nuclear sí es comparable a una caldera donde se quema, por ejemplo, gas natural, pero no en cuanto al riesgo de explosión nuclear. Un escape de gas inflamable puede hacer que de una combustión paulatina y controlada se pase a un estallido devastador. Pero en un reactor nuclear no puede generarse una explosión nuclear; el reactor nuclear y la bomba atómica responden a procesos muy diferentes.

Núcleo de un reactor
Nadie debería, por tanto, angustiarse ante la posibilidad de que la central nuclear de Fukushima Daiichi genere una explosión nuclear como las provocadas por las bombas atómicas que se arrojaron en Hiroshima y Nagasaki en 1945, o las que podrían provocar los modernos misiles nucleares. La contaminación radiactiva es la verdadera amenaza.

Las únicas explosiones que se pueden generar en una central nuclear son de tipo convencional, por reacciones químicas y acumulación de gases a presión, circunstancias que pueden derivar de un calentamiento excesivo del material radiactivo. El uranio, por ejemplo, ya de por sí es muy inflamable. 

Enfriar el combustible (un material radiactivo) de un reactor nuclear no es tarea fácil, ni tampoco extinguir un incendio promovido por materiales radiactivos.

Gráfico: Centrales nucleares en el mundo >>


Las explosiones convencionales en una central nuclear sí pueden actuar como una "bomba sucia"

El peligro que entraña una explosión o incendio en una central nuclear, es que abra fisuras o boquetes en las barreras que mantienen aislados del exterior a los materiales radiactivos. Una explosión potente puede actuar como una especie de "bomba sucia", esparciendo polvo y gas radiactivos a su alrededor. Tanto si la liberación de los materiales radiactivos es súbita, como si se produce poco a poco a través de fisuras, el resultado final es que los gases y las partículas sólidas más ligeras pueden propagarse por la atmósfera, llevando la contaminación radiactiva hasta lugares relativamente alejados, aunque ello tiende a implicar que se reduzca su concentración. La dirección y velocidad de los vientos, así como otras condiciones meteorológicas influyen en la evolución y distribución de los materiales radiactivos. 

El aislamiento de los materiales radiactivos, tanto el combustible nuclear como los residuos que genera, es uno de los puntos más críticos en la seguridad de una central nuclear. Para lograr un adecuado confinamiento, se suele recurrir a una configuración comparable a la de una matrioska o muñeca rusa, en que una caja se coloca dentro de otra, y ésta a su vez dentro de una tercera, y así sucesivamente hasta llegar a la caja más externa. El número de barreras de esta clase depende del diseño de cada central nuclear, pero, en líneas generales, no suele superar los tres niveles básicos. Se cuenta con mucho espacio extra dentro de cada contenedor o edificio de contención, ya que, entre otras razones, el calentamiento excesivo de los materiales radiactivos y del refrigerante y otros productos hace que se emitan gases que al acumularse pueden alcanzar una gran presión, capaz de abrir fisuras en los puntos débiles de las estructuras de contención, sobre todo si éstas ya están debilitadas por otras causas.

La seguridad total no existe, y por eso un fuerte terremoto en la zona o un misil convencional disparado contra una central nuclear pueden abrir la brecha fatídica que permita la salida al exterior de materiales radiactivos. Por otra parte, aumentar la seguridad acarrea mayor costo económico, de tal modo que una central nuclear puede, simplemente, dejar de resultar rentable si se aumenta mucho su nivel de seguridad.


La refrigeración, otro punto débil de los reactores nucleares

La refrigeración del reactor es otro punto crítico de la seguridad de una central nuclear. Un reactor nuclear no puede apagarse como el motor de un automóvil. 

La operación es más complicada, y al núcleo se le debe seguir refrigerando para evitar que se sobrecaliente. También hay que mantenerlo bajo otras condiciones que garanticen su estabilidad. 

En la central nuclear de Fukushima Daiichi, los sistemas de refrigeración no lograron funcionar como deberían haber hecho, y la temperatura del núcleo de varios reactores subió más allá del límite de seguridad. Esa urgencia en enfriarlos fue lo que llevó a que se decidiera inyectarles agua de mar, agregando a ella boro, que es bastante eficaz absorbiendo neutrones.

Gráfico animado: el accidente de Fukushima >> 





La fusión del núcleo de un reactor no es lo mismo que Fusión Nuclear

Cuando el núcleo de un reactor se calienta demasiado, puede llegar a sufrir una fusión parcial o total. Este fenómeno, que también ha generado mucha alarma social ante lo acaecido en Fukushima Daiichi, no tiene nada que ver con la fusión nuclear.

La fusión nuclear es justo lo contrario de la fisión nuclear. En la fisión nuclear, se quitan piezas de un átomo, por así decirlo, mientras que en la fusión nuclear se le agregan. 

Todas las centrales nucleares actuales en servicio son de fisión nuclear. 

La fusión nuclear para reactores es mucho menos contaminante que la fisión nuclear, pero requiere de tecnología muy avanzada, que todavía está en fase de desarrollo. En su modalidad destructiva, sin embargo, la fusión nuclear ya es viable desde 1952, cuando Estados Unidos probó la primera "Bomba H", haciendo desaparecer la isla de Elugelap y algunos trozos de islas cercanas a ésta.

En el contexto técnico de una central nuclear actual, la fusión del núcleo es simplemente su derretimiento. Si la temperatura se eleva demasiado, el núcleo se funde, convirtiéndose en una especie de lava radiactiva. En tal estado, el material es mucho más peligroso que cuando se halla en estado sólido, ya que pierde consistencia y se puede desparramar por muchas partes, con el riesgo evidente de fundir otros materiales y abrir boquetes en estructuras. A fin de evitar que esta lava ultracaliente y radiactiva se abra paso hasta el exterior o perfore el suelo hasta alcanzar algún acuífero o alguna capa del subsuelo desde la que pueda dar lugar a emanaciones peligrosas, las estructuras de contención deben ser muy robustas y gruesas. Suelen estar hechas básicamente de acero y hormigón, y con ellas se construyen no sólo los muros y el techo sino también el pavimento.


El "Síndrome de China"

La fusión del núcleo de un reactor es un fenómeno grave, aunque no tanto como sugiere el término "Síndrome de China" con el que también se le llama a veces. El término deriva de la idea ficticia de que el núcleo derretido y constantemente realimentado por el calor de su radiactividad penetraría en el subsuelo sin poder ser detenido por barrera natural alguna, hasta emerger por el extremo opuesto del globo terráqueo. En realidad, si un núcleo fundido se hunde más allá del pavimento de contención, no descendería muchos metros ya que el contacto con el subsuelo le acabaría enfriando lo bastante como para volverlo a solidificar.

Ese enfriamiento por contacto con otros materiales también puede lograr solidificar la lava radiactiva resultante de la fusión de un núcleo, antes de que pueda abrirse paso hacia el exterior del edificio de contención. Cuanto más se esparza, más tenderá a enfriarse. La propia configuración de las estructuras de contención ya está ideada para favorecer la solidificación de la lava radiactiva, reconduciéndola, en la medida de lo posible, hacia los espacios más idóneos.


El sarcófago nuclear

Un reactor nuclear con sus estructuras de contención dañadas debe ser recubierto con nuevas barreras, en lo que constituye una especie de sarcófago. Aunque el accidente que haya sufrido lo deje inservible, y por eso se le pueda calificar como "muerto", ese cadáver conserva su poder aniquilador durante mucho tiempo. Pueden pasar miles de años hasta que ese poder se extinga. Eso implica que el sarcófago debe mantener perfectamente sellado durante todo ese tiempo el reactor y otras partes peligrosas de la central nuclear que no sea viable limpiar. Por tanto, es imprescindible vigilar el sarcófago con el máximo cuidado y reforzarlo a medida que el paso del tiempo lo desgaste. 

Los costos de crear y mantener un sarcófago de tales características durante milenios, y el de sanear hasta donde sea posible el entorno de la central dañada, menos contaminado pero aún así nocivo, son astronómicos. 

Los residuos nucleares derivados de la actividad normal de una central nuclear también afrontan un problema parecido. Aunque su almacenamiento está planificado de antemano, los miles de años que deberán transcurrir hasta que su peligrosidad descienda a un nivel aceptable, implican afrontar los muchos riesgos que pueden presentarse en un periodo de tiempo tan largo, y que incluyen catástrofes naturales de todo tipo. Por tal razón, el costo económico de custodiar la basura nuclear es también elevado.


Efectos de la radiactividad sobre la salud

Aunque la radiactividad afecta a la salud humana por medio de una variada acción de partículas y rayos, y también a través de los efectos indirectos que se generan a partir de ellos, se pueden resumir las consecuencias en términos de cantidad de radiactividad recibida en un tiempo dado. 

Explicado de manera simplificada, las dosis altas de radiactividad (mucha recibida en un breve intervalo de tiempo) generan quemaduras, tan graves como las que pueda causar el fuego, así como hemorragias, y la víctima puede morir en cuestión de pocos días o varias semanas. Ésta es la clase de efectos que puede sufrir una persona en las inmediaciones de un foco potente de radiactividad, como los operarios de una central nuclear con las barreras de contención del reactor inservibles, o los bomberos y militares que intenten prestar ayuda in situ. Llevar trajes de protección y operar a distancia, como por ejemplo desde helicópteros, reduce la exposición a la radiactividad, pero siempre hay riesgos.

Dosis más bajas, como las que pueda recibir la población de los alrededores, entrañan un riesgo que, básicamente disminuye con la distancia. Por eso son tan importantes las evacuaciones preventivas. En casos de dosis bajas, puede no haber efectos, o bien presentarse años después en forma de enfermedades, destacando el cáncer de tiroides. Algunas medidas farmacológicas orientadas específicamente a bloquear ciertos efectos de la radiactividad también son útiles como estrategia preventiva cuando la persona está en riesgo de exposición a la radiactividad. Las pastillas de yodo repartidas entre los japoneses en riesgo sirven para saturar de yodo "bueno" la tiroides, con el fin de que cuando la persona inhale en el aire el yodo radiactivo (un subproducto de la fusión nuclear) o lo ingiera en comida contaminada, el organismo lo expulse en vez de absorberlo.


El texto procede de un artículo escrito por Jorge Munnshe, escritor y periodista científico. Puede ser reproducido gratuitamente en cualquier medio, con la única condición de reproducir también el nombre del autor e indicar la dirección de la web de origen: http://noticiasdelaciencia.com

miércoles, 23 de marzo de 2011

El misterioso manuscrito Voynich

El manuscrito Voynich es uno de los manuscritos más misteriosos que se hayan encontrado, ya que fue escrito por un autor desconocido en un lenguaje que nadie entiende. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Arizona ha resuelto uno de los mayores misterios del libro: ¿Cuándo fue confeccionado?

Usando la técnica de datación por radiocarbono, un equipo liderado por Greg Hodgins, del departamento de física de la mencionada universidad, ha dictaminado que las páginas de pergamino del manuscrito datan de principios del siglo XV, lo cual implica que el libro es un siglo más viejo de lo que se pensaba.

Este tomo, digno de un relato de H.P. Lovecraft y sobre el que no han faltado comparaciones con el polémico Necronomicón (un libro maldito citado a menudo por Lovecraft en su narrativa), cuenta con filas de texto escrito sobre pergamino, situadas alrededor de ilustraciones dibujadas de manera muy detallada y que representan plantas, mapas astronómicos y figuras humanas bañándose en lo que algunos han interpretado como una alusión a la fuente de la juventud.


A primera vista, el Manuscrito Voynich parece no ser diferente a cualquier otra antigua obra renacentista con texto y arte gráfico. Por ejemplo, las tonalidades de los colores denotan el uso de los pigmentos típicos de la paleta del Renacimiento, los disponibles en esa época.

Pero cuando se le mira más detenidamente, se aprecia que nada es lo que parece. Caracteres extraños, algunos recordando a letras latinas, y otros sin el menor parecido con los de los idiomas conocidos, están organizados en lo que parecen ser palabras y frases, excepto que no se asemejan a nada conocido que haya sido escrito (o leído) por seres humanos.
A lo largo de su existencia constatada, el manuscrito ha sido objeto de intensos estudios por numerosos criptógrafos profesionales y aficionados, incluyendo destacados especialistas estadounidenses y británicos en descifrados de la Segunda Guerra Mundial. Ninguno consiguió descifrar una sola palabra. Esta sucesión de fracasos ha convertido al manuscrito en el Santo Grial de la criptografía histórica, pero ha alimentado también la teoría de que el libro no es más que un elaborado engaño, una secuencia de símbolos al azar sin sentido alguno.

Sin embargo, el que cumpla la ley de Zipf, que viene a decir que en todos los lenguajes conocidos la longitud de las palabras es inversamente proporcional a su frecuencia de aparición (cuantas más veces aparece una palabra en un idioma más corta es), hace pensar que se trata no sólo de un texto redactado en un lenguaje concreto, sino también que este lenguaje está basado en alguna lengua natural, ya que lenguajes artificiales como los élficos de Tolkien o el Klingon de Star Trek no cumplen esta regla. Esto es debido a que la explicación a esta ley se basa en la economía lingüística: las palabras que más utilizamos son más cortas y así requieren menos energía, por ello es el uso de una lengua el que acaba por imponer esta ley. Es prácticamente imposible que el autor del manuscrito Voynich conociera la ley de Zipf, enunciada muchos siglos después, y por tanto que la aplicase a un lenguaje inventado por él.

El manuscrito, que hoy es propiedad de la Biblioteca Beinecke de Manuscritos y Libros Raros de la Universidad de Yale, fue descubierto en 1912 en la Villa Mondragone, cerca de Roma, por el comerciante en libros antiguos Wilfrid Voynich, mientras clasificaba el contenido de un baúl de libros puestos a la venta por la Compañía de Jesús. Voynich dedicó el resto de su vida a desvelar el misterio del origen del libro y a descifrar el significado de sus caracteres. Murió 18 años después, sin haber conseguido desentrañar ninguno de los enigmas del libro.


Reelaborado a partir de  "Noticias de la Ciencia y la Tecnología" y  Wikipedia >>.

martes, 15 de marzo de 2011

Los bosquimanos son el pueblo más antiguo de la Tierra

Un equipo de genetistas y matemáticos ha llegado a esta conclusión: toda la humanidad actual proviene de una población de cazadores-recolectores que se originó en el sur de África hace 200.000 años. Nuestros primeros padres eran bosquimanos y se comunicaban en khoisán: la lengua ancestral de la humanidad, donde las consonantes eran chasquidos como el sonido de un beso.

Brenna Henn y sus colegas de Stanford y otras seis universidades, entre ellas la Pompeu Fabra de Barcelona, acaban de presentar en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) la comparación genómica -entre los genomas de los humanos actuales- más amplia y avanzada hasta la fecha. Como los genomas van acumulando cambios a lo largo del tiempo, estas comparaciones sirven para deducir el pasado de la especie: las poblaciones ancestrales muestran muchos cambios, tanto dentro de la población -entre un bosquimano y otro, por ejemplo- como fuera de ella -entre un bosquimano y un vecino bantú o un europeo, siguiendo con el ejemplo-.


Los resultados confirman con fuerza ciertos indicios anteriores, pero también enmiendan algunas percepciones erróneas. Las poblaciones dispersas de cazadores-recolectores que perviven en África, como los bosquimanos, provienen de un ancestro común claramente distinto del ancestro común de los pueblos agricultores y ganaderos que los rodean.

Los bosquimanos del sur, hablantes de lenguajes clic -donde las consonantes suenan como besos y chasquidos de fastidio-, revelan una variedad genética interna mucho mayor que cualquier otra población humana actual. La razón es que toda la humanidad actual proviene del sur de África -y no de Etiopía, como se pensaba-, y que los actuales hablantes de lenguajes clic son los herederos en línea directa de nuestros primeros padres.

Como los humanos modernos llevan en África más tiempo que en ninguna otra parte -y como solo una pequeña fracción de ellos colonizó el resto del mundo-, los africanos actuales son mucho más diversos que todo el resto de la humanidad junta. Por ejemplo, de las 6.909 lenguas que se hablan actualmente en el mundo, casi un tercio (2.110) son africanas. Como comparación, en Europa solo se han catalogado 234 lenguas.

Lo mismo vale para la diversidad genética. De hecho, la población mundial no africana es tan homogénea que los genetistas calculan que proviene de no más de 1.000 o 1.500 individuos que salieron de África hace unos 60.000 años. La mayor parte de la diversidad genética humana se quedó en África, y sigue estando allí.Aparte de los bosquimanos, las principales poblaciones actuales de cazadores-recolectores que perviven en África son los pigmeos. Lluis Quintana-Murci, del Instituto Pasteur de París, ha demostrado que todos los pigmeos, pese a vivir en poblaciones aisladas y muy separadas geográficamente, tienen un origen común: solo evolucionaron una vez.

Todos los lenguajes khoisán del sur de África utilizan cuatro clics básicos, que los lingüistas representan con símbolos como |, que es idéntico a nuestro chasquido de desaprobación; ||, parecido al sonido ts; o q, que es exactamente el sonido de un beso.Pese al parco repertorio de chasquidos básicos, los hablantes de khoisán pueden matizar cada clic de varias formas -nasalizándolo, aspirándolo, sonorizándolo- y combinarlo con distintas consonantes convencionales, hasta producir algunos de los sistemas fonéticos más complejos que se conocen. El lenguaje !xoo llega a distinguir de este modo más de 120 consonantes, un récord mundial seguramente imbatible.



Los signos arqueológicos de una inteligencia humana plenamente actual -arte, rituales, pericia técnica, gran diversidad de herramientas- solo tienen 50.000 años, pese a que el cráneo humano moderno ya existía hace 195.000, que es la edad del fósil más antiguo de nuestra especie, hallado en Etiopía. La salida del continente africano ocurrió entre 80.000 y 60.000 años atrás, lo que coincide con la aparición, precisamente en el sur de África, de unas culturas caracterizadas por el uso de herramientas avanzadas, e incluso de símbolos abstractos.Se denominan Still Bay (SB) y Howieson's Poort (HP), y aparecen en estratos repartidos por muchos yacimientos del sur del continente. El mejor caracterizado es la cueva Blombos, en la Provincia del Cabo, en el extremo meridional de África. En esa cueva aparecieron dos piezas de arcilla roja con unos grabados geométricos. Constituyen la evidencia aceptada más antigua de arte abstracto, 70.000 años antes de Kandinsky.

Reelaborado a partir del artículo de Javier Sampedro "Adán y Eva se entendían a besos", publicado en la edición digital de El País del 13-03-2011.

Leer el artículo original >>

jueves, 10 de marzo de 2011

El cambio climático

El cambio climático es el conjunto de grandes y rápidas perturbaciones provocadas en el clima por el aumento de la temperatura del planeta. Se trata del problema ambiental más importante al que se enfrenta la humanidad.

Los principales causantes de este fenómeno son los gases, sobre todo de CO2, que a diario emite la actividad humana a través del consumo eléctrico (pues la mayoría de la electricidad la obtenemos mediante la quema de carbón, petróleo y gas), el transporte a motor y los sistemas de calefacción que se basan en combustibles fósiles como el carbón, el gasóleo y el gas.




Infografía sobre sus causas y consecuencias >>

Consecuencias del cambio climático:

     * El nivel del mar está aumentando. Durante el Siglo XX, el nivel del mar ha subido cerca de 15 cm debido al derretimiento del hielo glaciar y a la expansión de un agua de mar más caliente. Los modelos predicen que el nivel del mar podría subir hasta 60 cm  durante el siglo XXI, amenazando las comunidades costeras, pantanos, y arrecifes de coral.

    * El hielo del mar Ártico se está derritiendo. El grosor del hielo marino de verano es aproximadamente la mitad de lo que era en 1950. El hielo que se derrite podría provocar cambios en la circulación del océano. Además, el hielo que se derrite acelera el calentamiento del Ártico.

    * Los glaciares y la capa permanentemente congelada se están derritiendo. Durante los últimos 100 años, los glaciares de montaña en todas las áreas del mundo han disminuido de tamaño, al igual que la extensión de la capa permanentemente congelada en el Ártico. La lámina de hielo de Groenlandia también se está derritiendo muy rápidamente.

    * Las temperaturas de la superficie del mar se están elevando. En las últimas décadas, aguas más calientes en los océanos de poca profundidad han contribuido a la muerte de cerca de un cuarto de los arrecifes de coral de todo el mundo.

    * Las temperaturas de lagos mayores se está elevando. Las temperaturas de los mayores lagos de todo el mundo han aumentado dramáticamente. Esto ha incrementado el crecimiento de algas, favorecido la expansión de especies invasoras.

    * Lluvias más intensas provocan inundaciones en muchas regiones.

    * Las sequías extremas están aumentando. Temperaturas más altas causan un índice más alto de evaporación y de más sequía en algunas áreas del mundo.

    * Las cosechas disminuyen. Temperaturas más elevadas y sequía extrema causan una disminución en la productividad agricola de todo el mundo. La disminución en la productividad agrícola podría conducir a carencia de alimentos con muchas implicaciones sociales.

    * Los ecosistemas están cambiando. A medida que las temperaturas ascienden algunas especies deberán migrar hacia lugares más fríos.

    * Los huracanes han cambiado en frecuencia y fuerza. Hay evidencia de que el número de huracanes intensos del Atlántico ha aumentado desde 1970. Los científicos continúan estudiando para determinar si el clima es la causa.

    * Olas de calor más frecuentes.

    * Las temperaturas más calientes afectan la salud humana. Ha habido un aumento en muertes relacionadas con el calor, y mayor número de ataques alérgicos debido a que la estación de polen se ha prolongado. Asímismo, han habido algunos cambios en animales trasmisores de enfermedades como los mosquitos.

    * El dióxido de carbono que se disuelve en los océanos está haciendo que el agua de mar sea más ácida. Podría haber impactos en arrecifes coralinos y demás vida marina.


Vídeo que explica qué es el efecto invernadero y su relación con el cambio climático:




Para saber más:

Página monográfica con abundante información >>