viernes, 15 de julio de 2011

¿Existen las olas gigantes?

Para las olas producidas por una tormenta en alta mar es común alcanzar los 7 m de altura y bajo condiciones extremas estas olas pueden alcanzar incluso los 15 metros. Pero durante siglos muchos marineros han contado historias sobre olas gigantescas surgidas de pronto en medio del océano sin que nada hubiera hecho pensar que el mar podría enfurecer. No eran tsunamis, que son “inofensivos” en alta mar. Tampoco olas provocadas por tormentas o fuertes vientos pero se decía que de pronto te sorprendía un muro de agua de decenas de metros de altura avanzando hacia ti, surgido del mar en calma.  Se pensaba que no era más que otra leyenda marina pero ahora nuevas evidencias han hecho revisar esta idea.

Todos hemos oído historias sobre barcos que desaparecían en los mares sin causa aparente, se habló del famoso "Triángulo de las Bermudas"... En esa misma categoría fantástica se incluían las olas gigantes. Se trataba de muros de agua de un tamaño increíble pero, a pesar de los testimonios de supuestos supervivientes, al no haber causa aparente para los mismos, fueron catalogados como fenómenos imposibles. Hoy, gracias a las observaciones de los satélites y a varios casos comprobables recientes, no hay duda: en el océano pueden producirse olas de más de treinta metros de altura capaces de surgir repentinamente, sin causa aparente.  A pesar de los muchos modelos que se han propuesto para explicar este tipo de fenómenos, no se ha llegado a averiguar realmente el mecanismo que las produce.

Durante las pasadas dos décadas, las tormentas han hundido más de 200 superpetroleros y barcos de contenedores de más de 200 metros de eslora. Se cree que las olas gigantes han sido la causa principal en muchos de esos casos. Los marineros que han sobrevivido a tales encuentros cuentan historias notables. En febrero de 1995 el trasatlántico Queen Elizabeth II se encontró con una ola gigante de 29 metros de alto durante un huracán en el Atlántico Norte, a la que el capitán Ronald Warwick describió como "una inmensa muralla de agua… parecía como si nos abalanzáramos hacia los acantilados, los White Cliffs, de Dover".





Las olas gigantes seguían estando entre lo fantástico y lo real cuando el Caledonian Star se encontró el 2 de marzo de 2001 con algo increíble. Este navío de cruceros de aventura, actualmente renombrado como National Geographic Endeavour, pesa 2.557 toneladas, tiene una longitud de 88 metros y seis cubiertas. Ese día, mientras navega por el Estrecho de Drake, entre América del Sur y la Antártida, una enorme ola de más de treinta metros de altura sorprendió a la nave. Ningún maremoto, tormenta o fenómeno similar pudo ser encontrado para explicar un encuentro así. Simplemente, de la nada, en un mar relativamente calmado, surgió el muro y barrió la nave. Las ventanas saltaron, el puente de mando quedó inutilizado y, de milagro, el navío pudo superar el choque. A la deriva, completamente desarmado, sin electricidad ni aparatos de navegación, el Caledonian Star tuvo que ser asistido por la Armada Argentina hasta llegar a buen puerto. Desde ese día las olas gigantes dejaron de ser un mito.

El fenómeno ha afectado también a las plataformas de alta mar: el 1 de enero de 1995 la plataforma petrolera Draupner en el Mar del Norte fue alcanzada por una ola que medía, según un dispositivo láser de a bordo, 26 metros, y las olas mayores a su alrededor eran de hasta 12 metros. Pruebas objetivas logradas por radar en ésta y otras plataformas –los datos de radar de la plataforma petrolífera Goma del Mar del Norte registraron 466 olas gigantescas en 12 años– ayudaron a convencer a científicos anteriormente escépticos, cuyas estadísticas mostraban que desviaciones tan notables del estado del mar circundante debieran producirse solamente una vez cada 10.000 años.

El hecho de que las olas gigantes en realidad se producen con relativa frecuencia tiene importantes implicaciones económicas y de seguridad, dado que los barcos y plataformas actuales están construidos para soportar olas con una altura máxima de solamente 15 metros.

En diciembre de 2000, la Unión Europea inició un proyecto científico llamado MaxWave para confirmar la frecuencia y localización de olas gigantes, modelar cómo se producen y considerar sus implicaciones para los criterios de diseño de barcos y plataformas petrolíferas. Y como parte de MaxWave, los datos de los satélites de radar ERS de la ESA fueron los primeros utilizados para efectuar un censo mundial de olas gigantes.

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