sábado, 7 de mayo de 2011

Las sorprendentes pinturas de Arcimboldo

Arcimboldo es uno de esos artistas que gozó de éxito y prestigio durante su vida para después caer en el olvido durante largo tiempo. Es sólo desde 1936 que Arcimboldo ha sido revalorizado por la crítica. Antes sus cuadros reposaban en los almacenes de los museos catalogados como de “escuela leonardesca”.

Poeta, filósofo, ingeniero, inventor, apasionado de plantas y de animales raros, Giuseppe Arcimboldo tenía 35 años cuando, en el 1562, dejó a su rica familia para trasladarse a Viena y después a Praga. Primero el emperador Maximiliano II y después su hijo Rodolfo II, fascinados por sus fantásticas “cabezas compuestas”, lo quisieron como pintor de corte. Para la presentación de cada uno de sus cuadros organizaba una recepción a la cual invitaba a los grandes de su tiempo, y también a su “enemigo” Bartholomaeus Spanger, que en el 1575 lo había acompañado a la corte de Viena por recomendación de otro rival suyo, Giambologna.

En cada cuadro, la originalidad de Arcimboldo desplegaba un nuevo muestrario de fantasía, acompañado de una meticulosa muestran de la flora y la fauna del Cinquecento. En una de sus Estaciones (el Verano, realizada, como sus otras obras, con surrealistas rostros humanos obtenidos juntando flores, frutas y verduras), las piezas que componen el “retrato” son 180.

Maximiliano II estaba fascinado en particular con  esa obra maestra absoluta que es el Agua, uno de los cuatro Elementos pintados por Arcimboldo en 1566 y conservados hoy en Viena. Es imposible enumerar todas las criaturas del mar que componen la cabeza, una alegoría del agua. Es extraordinaria la armonía que une a todos los animales, a menudo enemigos en la naturaleza y aquí en cambio amansados para simbolizar el dominio del soberano al cual el cuadro está dedicado.

Rodolfo II mandaba a Arcimboldo de gira por Europa para que reuniera piezas raras para su “Gabinete de las maravillas” y al maestro, con la fantasía y la competencia que tenía, la cosa resultaba fácil. También era competencia suya la organización de las fiestas, cada vez más espectaculares, que se sucedían en la corte. Uno de sus máximos triunfos coincidió con las bodas del archiduque de Austria, Carlos, que duraron tres días con “extrañas y raras invenciones” como se lee en una crónica de su época, que “llenaron de estupor a todos los grandes príncipes reunidos”. Para las bodas del archiduque, Arcimboldo movilizó a toda la familia real, diseñando una serie de espectaculares disfraces. Cada uno representaba un papel. Se preparó incluso una colina artificial desde la cual Juno, diosa protectora de las nupcias, descendía en un carro arrastrado por pavos reales, acompañada de los reyes de las tres partes del mundo, Asia, África y América, representadas por otros miembros de la casa real. Y después estaba Europa, sobre la grupa de un caballo disfrazado de toro, seguida por las sirenas y Diana que entraba en escena junto a un unicornio y un grupo de nobles caracterizados como animales salvajes seguidos por las amazonas. Y aún más: de un lago emergía Neptuno, una gigantesca criatura formada, al estilo de Arcimboldo, por una treintena de hombres disfrazados de animales acuáticos.



El 14 de julio de 1575, en Praga, vio la luz Benedetto, hijo natural del pintor. La madre era bellísima pero no noble. El emperador en persona acudió a visitar al recién nacido y firmó el acto de legitimación del mismo. Cinco años más tarde Arcimboldo recibió un título nobiliar, anticipo del prestigioso nombramiento de conde palatino que le fue conferido más tarde. Un día (en 1587) el pintor dijo a su augusto protector: cumplo sesenta años, 26 de los cuales los he pasado en esta corte. Humildemente os pido poder volver a Milán, la ciudad en la que nací. Rodolfo II, sabiendo que en su juventud el artista había realizado los cartones para algunas vidrieras de la catedral de Milán, le respondió: “conozco la Historiasde Santa Catalina de Alejandría en las cuales habéis trabajado. Son bellísimas”. Fue su modo de despedirse agradecido.

Traducido y adaptado a partir de un artículo de Roberto Ricci.


3 comentarios:

Carlos Cabello dijo...

Desde mi punto de vista este autor es manierista por las siguente razon :

Ek manierismo es un movimiento en el cual el artista peude representar la realidad como el la concive,dandole personalidad a sus obras, y claramente las obras de este autor asi lo expresan aparte sus obras rompen totalmente los ideales clasicos que siguieron antes de aparecer dicho movimiento.

Anónimo dijo...

Yo creo que es manierista por que sus obras reflejan una tension interior que termina en el irrealismo y la abstraccion olvidando la fidelidad a la realidad del Renancimiento.

Adrian Beivide 2ºA

Unknown dijo...

Arcimoldo,tiene una forma de retratar muy peculiar. Es un pintor manierista,y por ello plasma en sus cuadros la realidad tal y como él la ve.
Me parecen unos cuadros muy simpáticos y particulares.

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